Resiliencia de medios: ¿Compramos un libro?

Por Nicolás Smirnoff

Estamos en la era de los OTT, de los Netflix, de los Disney+, Amazon, donde titanes online y los grandes estudios arman sus propias plataformas de streaming para llegar directo al público final. ¿Qué queda para los broadcasters, para los operadores de cable, para los players regionales en general? Muchísimo, si creen en si mismos y evolucionan.

            Uno de los mejores ejemplos de supervivencia de medios es tal vez el más antiguo de todos: el libro impreso. Se escribían desde el mundo antiguo, muchos se han vuelto ejes de la civilización. Pero hoy siguen siendo una industria terriblemente activa y prolífica, donde fanáticos leen una obra tras otra y van a buscarlas a locales especializados, más allá que sean cadenas de tiendas. Lo que más se aprecia para ir a un local es la capacidad de este de tener gran variedad de títulos, y en particular conseguir a pedido los que se buscan.

            Hay público para todo: obras intelectuales, taquilleras, libros pesados, de bolsillo, tapa dura, sólo texto o historietas, etc. Hoy en literatura juvenil como lo sé por mis hijos, una enorme cantidad de obras se piensan como zagas con hasta 7-8 volúmens, siguiendo la tradición de Harry Potter, etc. Las secuelas se esperan y hay mucha sinergia con la TV, el cine y los OTT, como leer los libros a partir de los cuales Netflix hizo series.

            Obviamente de 10 personas hoy una será adicta a la lectura, pero esas son muchas a nivel ciudades y generan terrible movimiento. Está la chance de libros digitales, pero se siguen prefiriendo por lejos los formatos tradicionales por la intimidad, el espíritu de propiedad, de coleccionar, que no se logra tanto con los formatos audiovisuales.

            Hay que estar atento: los libros que funcionan son los ‘atemporales’, es decir que da lo mismo leerlos un día u otro. Hay desde ya temas actuales o éxitos que disparan las ventas de momento, pero la separación es vs. los diarios, periódicos, revistas de noticias. En ese caso sí el éxito del formato digital es arrasador sobre lo impreso, porque no tiene sentido leer algo que pasó ayer cuando se puede leer lo que está pasando ahora.

            Los miembros del mercado de contenidos que sepan leer entrelíneas, sacarán rápidamente conclusiones. En la historia de los medios casi nada salió del mercado: siguen los libros, la radio, el cine, hasta los DVD, aparte de los medios actuales. Todos se acomodan, integran, se superponen en un bowl que obviamente da menos espacio a cada uno. Lo que sí es obligatorio es evolucionar: los cines más salas más pequeñas, el 3D, los aparatos de TV en LEDs, los operadores de cable en Triple Play, etc.

            Cada medio en general tiene algo donde supera a los demás, que es lo que lo sostiene. Entonces para seguir debe hacer foco en eso y aggiornarse alrededor. En el caso de la TV abierta, es la programación local, la programación evento, que reúne a la familia. Pero ahora debe ser grupo de medios, tener su propio OTT, y así.

            Los players regionales conocen mejor su mercado que los globales, y pueden reaccionar más rápido porque tienen estructuras más flexibles. Como estuvimos comentando en Virtual Screenings y en Mipcom, los Netflix y Disney+ no son líderes en todo el mundo. En Asia, en MENA, 8 de cada 10 OTTs fuertes son locales. Esto demuestra que puede haber mercado para todos, si no se pierde la confianza y se hacen las cosas bien.

            El futuro de los OTT está aún por escribirse. Puede pasar de todo: que prevalezcan en el mercado así como están, que haya grandes fusiones, que cierren por tanta competencia, que compren players locales para ganar liderazgos, etc. Y está el rol de los agregadores, que son otros players regionales, telcos: en USA por ejemplo se han vuelto una principal opción, por hacer packs con partes de varios de los OTTs más grandes. Capaz el público se termine inclinando por ellos en el futuro.

Va a seguir siempre habiendo gente que compre libros, que vaya al cine, que vea TV abierta, etc. El tema para los empresarios es que sea negocio. Pero esto no depende del público, sino de los empresarios, de su capacidad para evolucionar y acomodarse en el bowl. Hay que buscar las respuestas en uno y no en los demás, como ha sido la clave de éxito siempre, en todo en la vida.